Juliane House Alicia Urquidi Díaz Hacia una nueva orientación lingüístico-cognitiva para las ciencias de la traducción

Traducción
Hacia una nueva orientación lingüístico-cognitiva para las ciencias de la traducción

Juliane House Universidad de Hamburgo, Alemania

Translated by Alicia Urquidi DíazUniversidad de Hamburgo, Alemania

Hoy en día resulta de interés contar con una nueva orientación, lingüístico-cognitiva, que funcione como complemento a la actual oleada de estudios socio-culturales en torno a la traducción. Para equilibrar la perspectiva, también sería necesario y revelador describir y explicar cómo las estrategias de comprensión, toma de decisiones y re-verbalización se llevan a cabo en la mente bilingüe del traductor. Este trabajo presenta un esbozo de las ideas que compondrían un acercamiento nuevo de naturaleza lingüístico-cognitiva. Primero, se hace una revisión de los estudios introspectivos y retrospectivos y de experimentos de comportamiento. Luego, se evalúa el aporte de los estudios neurolingüísticos para la traducción. En tercer lugar, se propone una combinación nueva de teoría de la traducción y una teoría neuro-funcional del bilingüismo.

Palabras clave:
  • introspección,
  • consciencia,
  • estudios neurolingüísticos,
  • teoría neurolingüística del bilingüismo,
  • teoría sistémico-funcional de la traducción,
  • pragmática,
  • traducción encubierta y traducción patente
Tabla de contenidos

1.Por una nueva orientación lingüístico-cognitiva en los estudios de la traducción

Considerando los llamados ‘vuelcos’ en los estudios de la traducción, quiero hacer un llamado a desarrollar una nueva orientación lingüístico-cognitiva. Lo estimo necesario, ya que los recientes ‘vuelcos’ han dado como resultado el predominio de preocupaciones culturales, sociales e ideológicas, las cuales ponen el enfoque sobre la traducción en toda su extensión: los motivos y los efectos de la traduccion, la necesidad y métodos de ‘intervención’ y ‘resistencia’ y, por último, la visibilidad del traductor y su responsibilidad ética, moral, social y politica. No cabe duda de que sigue habiendo investigadores que mantienen el interés en materias lingüísticas (por ejemplo, Koller 2011; Malmkjaer 2011a; House 2012 y las numerosas publicaciones del fallecido Peter Newmark). Además, hay traductólogos que han mantenido un interés consecuente en ambas perspectivas, lingüística y social (por ejemplo, Baker 2006; 2011) y una vertiente de investigación en particular, descrita más abajo, ha venido estudiando el proceso de la traducción desde la década de los ochenta. No obstante aquello, hace falta una teoría combinada que una aspectos de la traducción y de lingüística cognitiva. Este artículo buscar proponer un avance modesto hacia una simbiosis de este tipo.

2.Base lógica de la nueva orientación lingüístico-cognitiva

Una razón para proponer esta nueva orientación lingüístico-cognitiva ha sido mi convicción de que, por sobre todo, la traducción es una actividad que involucra al lenguaje y su base cognitiva. Por lo mismo, la preocupación por factores que condicionan la traducción ‘desde fuera’ – sociales, culturales, personales, históricos, etc. (cfr. Tzmoczko 2007) – no parece captar realmente la esencia de la traducción. Hoy en día, la opinión generalizada (cf. Gentzler 2008; Prunč 2011) de la traducción como arte, junto con un cierto culto al traductor individual – su creatividad, influencia, estatus, postura moral y ‘posicionamiento’ ideológico, etc. – enfatiza en la traducción el aporte creativo del traductor. Desde hace tiempo, los acercamientos neo-hermenéuticos, constructivistas y aquellos orientados a los efectos de la traducción han propagado una posición que niega la posibilidad de equivalencia. Los ataques a la equivalencia han ido de la mano de un destronamiento del original y la consiguiente entronización del traductor como autor por derecho propio. Desde esa perspectiva, la traducción suele concebirse como un tipo de manipulación (cf. Hermans 1985; Stolze 2003; Shamma 2009; ver además la teoría del escopo de Reiss y Vermeer 1984, que representa, bajo la máxima de que ‘el fin justifica los medios’, un permiso general de manipulación).

Me gustaría argumentar en contra de la noción de traducción como un arte individual de interpretación, a través de lo que Susan Sontag sostiene en su famosa obra Contra la Interpretación (1961, 3), donde ataca “el culto a la interpretación” como un filisteísmo que se rehusa a dejar en paz el texto. Aunque Sontag se refiere a la literatura, su postura respecto de la interpretación también es relevante para argumentar en contra de un rol excesivo de la interpretación subjetiva en la traducción. En mi opinión, el análisis textual aplicado a la traducción funciona para mostrar qué es el texto, y que el texto es lo que es, en vez de preocuparse de lo que pueda significar para un lector. Esta idea se remonta a los aportes fundamentales respecto de la interpretación que realiza Benjamin (1923/1992), donde se pone en primer lugar el texto, por sobre el traductor individual.

De igual forma, otra idea popular asocia la traducción con la ‘intención’ del traductor (Prunč 2011). Dado que toda producción de textos resulta determinada por intereses, la traducción debería reflejar las intenciones de los traductores. La ilusión de ‘intenciones sin intereses’ conduciría inevitablemente a una deplorable ‘in-visibilidad’ personal, política y sociocultural del traductor. Sin embargo, ¿acaso no es posible mantener la visibilidad del traductor siempre, a través de la inserción de prefacios, pre y posdatas, notas al pie o la mención explícita del nombre del traductor el en texto, entre otros?

Contra esta preocupación por lo personal-subjetivo en la traducción, que considero exagerada, creo que necesitamos reenfocar el estudio sobre el lenguaje/el texto (enfoque lingüístico) y sobre lo que ocurre en la mente de los traductores mientras traducen (enfoque lingüístico-cognitivo). Se requiere de una descripción y explicación teórica de cómo se manifiestan en la mente bilingüe del traductor las estrategias de comprensión, resolución de problemas y toma de decisiones con respecto a los textos. Por supuesto, un enfoque de este tipo no iría en desmedro de la perspectiva sociocultural. A saber, se ha reconocido hace mucho tiempo que el conocimiento compartido socioculturalmente a través de las formas de representación lingüístico-cognitiva – esquemas, guiones (scripts), modelos, construcciones y rutinas – es el resultado de procesos de convencionalización que ocurren en una cultura particular a través del lenguaje (cf. Sperber 1996; Cook y Bassetti 2011). En la década de los noventa estas nociones ya se encontraban influyendo en los estudios de la traducción (Wilss 1996). Sin embargo, esta orientación lingüístico-cognitiva se vio rápidamente eclipsada por el paradigma de investigación en procesos de traducción. No me referiré aquí en detalle a este campo de investigación, pues ha sido objeto de descripciones más competentes en varias obras recientes (Göpferich 2008; Göpferich y Jääskeläinen 2009; Jääskeläinen 2011). Lo que sí quiero hacer a continuación es aportar una mirada crítica sobre este tipo de investigación del proceso de la traducción.

3.Investigación introspectiva y retrospectiva en procesos de traducción: Validez y confiablidad de los resultados

Los estudios introspectivos y retrospectivos, que involucan con frecuencia tareas monológicas (o a veces dialógicas), así como la evaluación y otras tareas relacionadas con la toma de decisiones, han constituido un paradigma de investigación muy productivo desde sus inicios en la década de 1980 (ver los trabajos tempranos de Krings 1986; House y Blum-Kulka 1986; House 1988). La cuestión fundamental que subyace todos los estudios retrospectivos de la traducción es que quienes traducen pueden controlar los propios procesos mentales de manera sustancial y que estos les son en gran parte accesibles (es decir, están disponibles para ser examinados y verbalizados conscientemente). No obstante, este supuesto no puede considerarse plenamente validado. Incluso hay dudas de que sea posible confirmar o falsificar este supuesto, lo que es aún más importante en términos de metodología de la investigación.

Quedan por lo menos cinco preguntas mal resueltas en torno a la metodología introspectiva y retrospectiva en la investigación traductológica:

  1. ¿Puede decirse realmente que aquello que se expresa verbalmente en sesiones de pensamiento en voz alta sea idéntico a los procesos cognitivos subyacentes?

  2. ¿Puede decirse con precisión cuáles procesos cognitivos estarían disponibles a la verbalización y cuales no? Es decir, ¿cómo puede diferenciarse entre el monitoreo metacognitivo y el comportamiento reflexivo (declarativo), por un lado, del comportamiento que ya se ha vuelto rutina (procesal), por el otro?

  3. ¿Cambian los procesos cognitivos típicos de la traducción cuando se le pide al traductor que verbalice sus pensamientos mientras traduce? En otras palabras, ¿puede ser que los traductores que participan en las sesiones de introspección estén sujetos a la llamada ‘paradoja del observador’? Aunque a decir verdad, esta pregunta ya se ha abordado en la investigación de procesos de traducción, como en Jakobsen (2003), donde se apunta a un efecto ralentizador bajo la ‘doble carga’ de traducir y tener que comentar la traducción. Jakobsen también destaca que las unidades de traducción tienden a volverse más breves cuando los sujetos se ven obligados a verbalizar observaciones mientras traducen.

  4. ¿Qué ocurre con aquella parte de la actividad del traductor (con frecuencia experto) que ha alcanzado un alto – si es que no completo – nivel de automatización y rutina, y que como tal es inaccesible a la reflexión? (cfr. Königs 1986, que distingue un bloque automático, ad-hoc, del ‘resto’ de la actividad cognitiva de traducción).

  5. Respecto a las investigaciones sobre traducción retrospectiva, ¿cómo puede accederse a los procesos de traducción con datos que provienen de entrevistas y cuestionarios ex post facto, teniendo en cuenta las restricciones de la memoria funcional y la presión que sienten los sujetos para proporcionar datos que satisfagan al investigador? ¿No es acaso probable que las observaciones de los sujetos reflejen, más bien, lo que ellos creen haber pensado?

Estas cinco preguntas – aunque posiblemente haya más – se refieren a una de las cuestiones más importantes y controversiales dentro de las ciencias cognitivas: la naturaleza de la consciencia. Gran parte de la literatura reciente sobre neurociencia destaca la relevancia de los aspectos no conscientes, lo cual constituye un descubrimiento desalentador para la investigación de procesos de traducción (cfr. Suhler y Churchland 2011; Nosek et. al. 2011). Otros, en tanto, enfatizan la necesidad de desarrollar una teoría general de la consciencia que vaya más allá del foco exclusivo sobre las representaciones (inaccesibles) e intente explicar “cómo hace un observador – con las múltiples funciones que lo constituyen – para experimentar y acceder a estas representaciones” (Cohen y Dennett 2011, 363). En otras palabras, una teoría de la consciencia que sea viable debe desembrollar la relación entre función y experiencia.

Por fortuna, existe una tendencia creciente a tomar en cuenta los serios problemas metodológicos que atañen a la investigación de los procesos de traducción, problemas que se mencionan más arriba. Así, un artículo con un prometedor título, “Volver a los fundamentos: Diseño de un estudio para determinar la validez y fiabilidad de los datos de informes verbales sobre procesos de traducción”, de Jääskeläinen (2011), apunta de manera muy sensata a la necesidad de contar con un estudio metodológico sistemático sobre el uso de datos de informes verbales. Este estudio tomaría en cuenta la naturaleza específica de las tareas de traducción e incorporaría el análisis contrastivo de las combinaciones de idiomas involucrados en la traducción. Esta tendencia es una señal alentadora para la disciplina.

4.Experimentos conductuales en los procesos de traducción. ¿Cuánta validez, fiabilidad y profundidad pueden aportar sus resultados?

Habida cuenta de la insatisfacción con los intentos pasados de mirar al interior de la ‘caja negra’ del traductor, a través de investigaciones introspectivas y retrospectivas de los procesos de traducción descritas arriba, los traductólogos han intentado remediar esta situación. Así, se han elaborado más experimentos conductuales controlados, cuyo diseño evita hacer afirmaciones acerca de la ‘caja negra’. Se busca hacer un seguimiento de los pasos y fases lineales y no lineales en la traducción, durante el cual se mida el progreso o retraso temporal, los tipos y cantidad de las revisiones efectuadas por el traductor, el esfuerzo (medible) empleado, la naturaleza y el número de focos de atención y de cambios de foco, así como la frecuencia y el tipo de reacciones de estrés emocional manifestadas por el traductor mientras traduce. Este ambicioso propósito se ha hecho posible gracias al reciente progreso tecnológico, especialmente en el área de la computación, que permite realizar experimentos con mediciones de captura de teclado (keystroke logging), captura de pantalla, seguimiento de ojos (eye tracking) y varias otras mediciones fisiológicas. En Shreve y Angelone (2010) y O’Brien (2011) se ofrece un panorama reciente de esta línea de investigación conductual, que suele combinar ingeniosamente varias de estas herramientas (como la captura de pantalla y el seguimiento de ojos), además de triangular los datos experimentales con los datos obtenidos en sesiones de pensamiento en voz alta. O’Brien (2011, 11) hace una importante observación general sobre la gran variación individual que se registra con frecuencia en este tipo de investigación de procesos de traducción, lo que sería natural y esperable, pues estamos lidiando con seres humanos individuales. La autora apunta a una propuesta de Hansen (2010), donde se procura ir más allá de los datos predominantemente cuantitativos, como son la captura de teclado, de ojos, etc., con una perspectiva más integrativa del proceso de traducción que involucre la ‘historia de vida’ del traductor. Tiendo a discrepar con esta idea, ya que una empresa de este tipo nos llevaría a esa personalización de los estudios de la traducción que he criticado en la primera parte de este trabajo. Si nuestro objetivo es lograr que la traductología se reconozca como ciencia – algo que yo considero correcto – y si queremos merecer el respeto de una disciplina seria, debemos buscar siempre la generalización. Para esto, hace falta comenzar con una cooperación transdisciplinar en investigación cognitiva y bilingüe, con una buena teoría que la acompañe. Elaboraré esta idea en las secciones que siguen. Por ahora, quisiera postular dos preguntas cruciales, relacionadas con la validez y fiabilidad de las mediciones conductuales que se utilizan en la investigación experimental en procesos de traducción.

  1. ¿Pueden las mediciones de comportamiento observable (como la que provee la captura de teclado, el seguimiento de ojos, etc.) ofrecernos información acerca de los procesos cognitivos que ocurren en la mente del traductor?

  2. ¿Pueden las mediciones de comportamiento observable explicar la naturaleza de las representaciones lingüísticas de las dos lenguas e iluminar los procesos de conocimiento, comprensión, transferencia y reconstitución lingüístico-contrastiva y metalingüística del traductor, que emergen en los procedimientos de traducción?

Mi respuesta a estas preguntas es a decir verdad, no. Lo que este tipo de experimentos sí puede medir, y de hecho mide, es exactamente lo que dice medir: el comportamiento observable, ni más ni menos. Esto no quiere decir que haya que menospreciar su valor. Por el contrario. Pero los resultados de estos experimentos no deben tomarse como indicadores de procesos cognitivos en la mente de los traductores, sino como hipótesis interesantes. Si se combinan estos experimentos con modelos teóricos que incorporen elementos de representación y procesamiento semántico, esto podría allanar el camino a dejar atrás esas distinciones tajantes entre productos y procesos a favor de una perspectiva más holística y unitaria (cfr. Halverson 2009). Por cierto, se necesita mantener la diferencia entre procesos cognitivos y sus correlatos neurales subyacentes. Pero el número de fijaciones, duración de la mirada, duración de las pausas e instancias de autocorreccion, que pueden registrarse con la captura del teclado y los experimentos de seguimiento de mirada, no pueden tomarse como evidencia cierta de la participación de ciertos sustratos neurológicos. Más bien, es probable que indiquen ciertas dificultades en la traducción (cfr. Dragsted 2012) y procesos concomitantes de toma de decisiones, que pueden involucrar ciertas redes neurales por sobre otras. Aun así, la clave está en que la participación de una red neural determinada no puede decirnos con certeza qué procesos están relacionados con esta red. En otras palabras, la relación entre procesos cognitivos y sus conexiones neurales subyacentes sigue siendo un misterio.

Recientemente, varios académicos de la traducción han depositado sus esperanzas en una nueva corriente de investigación: los estudios bilingües con técnicas de neuroimagen. En lo que sigue veremos cuán prometedores son estos acercamientos para los estudios de traducción.

5.Estudios bilingües con técnicas de neuroimagen: ¿Cuán útiles y relevantes son para los estudios de la traducción?

¿Podrán los estudios con técnicas de neuroimagen ofrecer una mirada directa a la ‘caja negra’ del traductor, a lo que acontece en su mente durante la traducción? ¿Podremos responder por fin a la pregunta ¿Qué ocurre en la cabeza del traductor? postulada en de Krings (1986)? En primer lugar, es controversial el valor que aportan estos estudios (cfr. Aue et al. 2009), en particular porque claramente dependen del tipo de tarea que se aplique. Exceptuando los usos de oraciones aisladas, que ocurre raramente, los estudios con técnicas de imagen por resonancia magnética funcional (IRMf), tomografía por emisión de positrones (PET, positron emission tomography), y los estudios de potencial de eventos relacionados (ERP, event-related potential) tienen todos la palabra como base (cfr. de Groot 1997; Price et al. 1999; Klein et al. 2006; Hernández 2009). Sin embargo, la traducción es, en esencia, una tarea que se basa en el texto. Por ello, cualquier aplicación de neuroimagen que se realice en la investigación experimental sobre traducción se enfrenta al dilema de que la traductología se interesa fundamentalmente por unidades mayores, más complicadas y difíciles de controlar.

Por esto, podemos concluir que estos estudios carecen de validez ecológica a causa de la inherente artificialidad de las tareas que emplean. Las razones de ello se pueden explicar haciendo referencia a otro neurocientífico, Michel Paradis, que señala: “La aplicación de cualquier tarea que no sea el uso natural del lenguaje (incluida la natural alternancia y mezcla) tendrá las mismas consecuencias que la aplicación de palabras simples: la tarea no evocará los procesos normales y automáticos que sostienen el uso natural del lenguaje, incluida la contribución de los aspectos pragmáticos y sus bases neurales” (2009, 157–158).

Más de dos tercios de los estudios de neuroimagen que han estudiado la lateralidad, alternancia (switching) y mezcla (mixing) en el lenguaje utilizan como estímulo palabras sueltas, por ejemplo en experimentos con imágenes, donde las instrucciones indican al sujeto cuándo debe realizar alternancias de código al nombrar las imágenes (aunque en Abutalebi 2008 encontramos una excepción al uso de palabras sueltas en este tipo de experimentos). Sin embargo, como lo ha señalado Paradis (2009, 160), la actividad cerebral exhibe diferencias cruciales cuando se emplea el lenguaje en situaciones naturales y cuando se elicita el uso puntual de una expresión. Además, es importante destacar que estas situaciones corresponden a tipos de procesos opuestos entre sí. En efecto, las palabras sueltas son muy diferentes del resto del lenguaje. Forman parte del vocabulario (consciente) de una lengua, pero no del lexicón. Este último incluye las propiedades morfosintácticas, las cuales se integran a las redes neurales de cada subsistema lingüístico en la mente bilingüe. Los estímulos de palabras sueltas son asociaciones entre forma y significado asistidas por la memoria declarativa, mientras que es la memoria procesal la que subyace el uso normal y natural del lenguaje. Cada sistema de memoria depende de estructuras neurofuncionales diferentes. Es crucial tener en cuenta que el uso normal y natural del lenguaje también involucra áreas corticales del hemisferio derecho del cerebro, el cual se emplea para procesar los aspectos pragmáticos de los enunciados. Esto resulta irrelevante cuando hay que procesar palabras sueltas, fuera de cualquier contexto.

Otro problema con los datos de neuroimagen esta relacionado con la naturaleza de la evidencia que proporcionan: el flujo de sangre y las otras respuestas hemodinámicas que se extraen de los datos de neuroimagen no pueden tomarse como mediciones directas de la actividad neuronal.

Es más, el hecho de que la mayor parte de estos estudios de neuroimagen no hayan sido replicados constituye un problema metodológico serio. Muchas de las activaciones neurológicas que se han descrito dependen fuertemente de la tarea y de la técnica particular que se haya empleado, de modo que resulta difícil conseguir la replicación. Esta dependencia sugiere que las activaciones cerebrales descritas son indicios de las técnicas y tareas particulares utilizadas en el experimento, más que indicios de representación, procesamiento o alternancia lingüística en sí.

Con estas limitaciones, se recomienda buscar primero una teoría con suficiente potencial descriptivo y explicativo. Sin ella, no podemos anticipar que los estudios experimentales con técnicas de neuroimagen – cuya presente utilidad para los estudios de la traducción no está clara en absoluto – puedan aclarar estas materias. Una perspectiva demasiado optimista de los estudios de neuroimagen como la que esta autora ha expresado con anterioridad (House 2011) no puede justificarse en este momento.

6.Una teoría neurolingüística sobre el funcionamiento de dos lenguas en el cerebro

El neurocientífico Michel Paradis ha desarrollado una teoría neurolingüística de la mente bilingüe. Su modelo (Paradis 2004, 227) que representa el sistema neurofuncional y lingüístico-cognitivo de la mente bilingüe se reproduce en la Figura 1.

El modelo cuenta con diferentes niveles para el conocimiento metalingüístico explícito de L1 y L2 del sujeto bilingüe: percepciones sensoriales, emociones, memoria episódica y conocimiento enciclopédico, un sistema conceptual conjunto y diferentes niveles de semántica, morfosintaxis y fonología específicos para cada lengua. Las representaciones conceptuales mentales son independientes de cada lengua particular. En situaciones de contacto traslacional en L1 y L2, su grado de solapamiento depende de la cercanía tipológica relativa.

El modelo de Paradis enfatiza la necesidad de “distinguir entre representación y control, entre lo que se representa y cómo se representa, entre lo que se representa y cómo se accede a ello, así como entre lo que se representa en cada lengua y cómo estas representaciones lingüísticas se organizan en sistemas o subsistemas en el cerebro” (2004, 230–231).

En el modelo de Paradis, la pragmática de L1 y L2 comprende y alimenta tanto el sistema conceptual como los diferentes niveles de lengua. La competencia lingüística implícita y el conocimiento metalingüístico constituyen sistemas independientes. Solamente se controla conscientemente el uso del conocimiento metalingüístico. El uso de la competencia implícita es automático y carece de esfuerzo consciente. Tampoco implica consciencia del proceso o de la atención prestada a la tarea en cuestión. Las lenguas se representan como subsistemas neurofuncionales del sistema lingüístico (la competencia lingüística implícita), el cual es un componente del sistema de comunicación verbal. Este último contiene, además del sistema lingüístico, elementos como el conocimiento metalingüístico, la habilidad pragmática y la motivación. El sistema de comunicación verbal se conecta al sistema cognitivo, donde se formulan las intenciones de comunicar un mensaje o se reciben e interpretan los mensajes recibidos según las limitaciones léxico-gramaticales de la L1 y L2, las cuales activan los conceptos relevantes y dependen de las inferencias pragmático-contextuales. La intención de comunicar gatilla la verbalización del mensaje formulado en el sistema cognitivo-conceptual. La competencia lingüística implícita (‘la gramática’) condiciona la codificación del mensaje. Luego, el componente pragmático toma decisiones respecto de los estilos, registros, normas discursivas, tipos de actos de habla (directo o indirecto), cortesía, etc.

Figura 1.

Modelo de Paradis (reproducido de Paradis 2004, 227, con el permiso de John Benjamins Publishing Co.)

Figura 1.

Paradis sugiere que los hablantes bilingües (incluidos los traductores) poseen dos subconjuntos de conexiones neuronales, uno para cada lengua, los cuales se activan o inhiben (como, por ejemplo, en los procesos de traducción) independientemente. Además, hay un conjunto mayor del cual pueden extraer en todo momento elementos de cualquiera de sus lenguas. Todas las selecciones son automáticas (en otras palabras, guiadas inconscientemente por los niveles de activación). Específicamente para la traducción, Paradis propone que operan dos estrategias de traducción que son claramente distintas:

  1. Una estrategia de traducción a través del sistema conceptual, que involucra procesos lingüísticos de decodificación (comprensión) del material de partida, así como la codificación (producción) del material del texto de llegada.

  2. La transcodificación directa mediante la aplicación automática de reglas, un proceso que involucra moverse directamente desde los elementos lingüísticos de la lengua de partida hacia términos equivalentes en la lengua de llegada. En otras palabras, la lengua de partida gatilla inmediatamente las formas de la lengua de llegada, de manera que se evita el procesamiento semántico-conceptual (cfr. también la “competencia de activación de rutinas de traducción” de Göpferich (2008)).

La teoría de Paradis es relevante para la traducción porque explica la función clave que tienen los modos de representación de las dos lenguas en los procesos esenciales de decodificación, comprensión, transferencia, reconstrucción y re-verbalización. De especial importancia para su modelo es la prioridad que se le asigna a los componentes pragmáticos de L1 y L2 de causar impacto en el sistema conceptual y los demás niveles lingüísticos. Respecto del sistema conceptual compartido, que se contempla por separado, el modelo es capaz de explicar por qué los traductores expertos no necesitan acceder a él mientras pasan directamente del texto de origen a la lengua de llegada (cfr. Königs 1986 y Tirkkonen-Condit 2004 para evidencia empírica de esto).

La importancia que Paradis le atribuye al componente pragmático sugiere la posibilidad de combinar este modelo de la mente (del traductor) bilingüe con una teoría traductológica pragmático-funcional que incluya el análisis lingüístico del texto, la traducción y la evaluación de la traducción (House 1977; 1997; 2009). Esta teoría se ha diseñado para explicar cómo los significados pragmáticos, textuales y léxico-gramaticales en un texto original pueden reconstituirse en un contexto distinto, en el cual el texto traducido es la reconstitución funcionalmente equivalente de un texto original, o bien una adaptación contextual completa al nuevo entorno de la L2. El modelo ofrece un procedimiento claro y bien informado para un análisis lingüístico-textual cabal y, en el caso de su aplicación en la evaluación, para comparar los perfiles textuales del texto de partida y de llegada. Otro de sus méritos es integrar las investigaciones relevantes de lingüística y pragmática contrastiva.

En el marco de este modelo se presentan como hipótesis dos operaciones fundamentales de traducción: la traducción patente y la traducción encubierta. Estas se definen como el resultado de procedimientos distintos de reconceptualización, con exigencias cognitivas cualitativamente dieferentes: la traducción patente es cognitiva y psicolingüísticamente compleja, mientras que la traducción encubierta es simple. En la traducción patente, el traductor evita de forma ‘patente’ dirigirse directamente a los destinatarios y receptores de la traducción. Integrada en su nuevo contexto cultural de llegada, la traducción indica al mismo tiempo su ‘origen extranjero’. Un posible ejemplo sería el discurso de una personalidad destacada de la lengua-cultura L1, situada en un momento y lugar específico. En esta traducción, la labor del traductor es importante y visible. La traducción misma podría contemplarse como un caso de ‘mención de lengua’, similar a una cita. La expectativa es que los destinatarios y receptores de la traducción reciban el texto original en un nuevo marco y un nuevo universo discursivo. La pragmática del texto original y del texto de llegada se co-activan mentalmente, por lo cual la traducción patente puede considerarse compleja desde la perspectiva psicolingüística y cognitiva. La equivalencia funcional ‘real’ no se persigue ni se podría conseguir tampoco: solo es posible una especie de equivalencia funcional de segundo nivel.

La traducción encubierta, en cambio, disfruta del estatus del texto original en el contexto de la lengua-cultura de llegada. A los ojos del receptor en la misma, no posee marcas pragmáticas que la indiquen como traducción. Así, constituye un caso de ‘uso de lengua’, un evento de habla funcionalmente equivalente, creado por el traductor. No existe co-activación de la pragmática de origen y de llegada en la mente del receptor; esta ausencia explica por qué puede considerarse la traducción encubierta como un acto simple desde la perspectiva psicolingüística y cognitiva. La traducción encubierta suele involucrar una considerable intervención en los niveles de texto/lengua, registro y género. Para lograr la equivalencia funcional requerida, el traductor necesita tener en cuenta el componente pragmático de la lengua de llegada. Para conseguirlo, puede utilizarse el llamado ‘filtro cultural’, un constructo que captura las diferencias entre convenciones y normas esperables, determinadas lingua-culturalmente, entre los destinatarios de la lengua de origen y los de la lengua de llegada. Idealmente, el filtro cultural estaría basado en investigaciones translingüísticas y transculturales empíricas que guíen y expliquen las decisiones del traductor. Hay ejemplos de este tipo de investigación en los estudios que hemos realizado durante varios años en inglés y alemán, que examinan las normas discursivas en textos orales y escritos en varios géneros. Sus resultados apuntan a las diferencias en preferencias de explicitación, mitigación, foco interpersonal y el uso de rutinas verbales (cft. House 2006a, b). En lo que concierne otros pares de lenguas, existe una deplorable falta de investigación sistemática que se ocupe de la variación de género y registro desde la pragmática constrativa, lo cual hace casi imposible que pueda establecerse una base teórica sólida en este aspecto de los estudios de la traducción. Está claro que se requiere de una combinación de estudios cualitativos, cuantitativos, ejemplares y basados en corpora, además de estudios de investigación transcultural experimental (para propuestas prometedoras, se sugiere ver Halverson 2010 y Alves et al. 2010).

Volviendo al modelo de Paradis (2004; 2009), cabe preguntarse cuán importante es este modelo para los estudios lingüístico-cognitivos de traducción. ¿Podría combinarse con una teoría funcional de la traducción como la que hemos expuesto? Creo que el modelo de Paradis es muy relevante para los estudios de la traducción (cfr. Malmkjaer 2011b, que también destaca este punto) y es posible combinarlo con un modelo actual de la traducción (House 1997; 2009) por las siguientes razones.

La importancia del componente pragmático de las L1 y L2 en el modelo de Paradis sirve como respaldo de los supuestos que subyacen la teoría pragmático-funcional de la traducción que hemos descrito más arriba, en especial

  1. en lo referente al concepto de filtro cultural en la traducción, como de que habría (hipotéticamente) una adopción total de las normas pragmáticas de la L2

  2. la co-activación (también hipotética) de ambos componentes pragmáticos, tanto de L1 como L2, en la traducción patente.

El modelo de Paradis puede hacerse cargo de uno de los postulados de la teoría pragmático-funcional de la traducción, descrita más arriba, según el cual la traducción patente sería psicolingüísticamente más compleja debido a una activación más amplia de las redes neuronales. Esta activación se extendería a través de dos redes representacionales pragmático-lingüísticas (ver Figura 1) en el proceso de traducción. Además, el modelo puede hacerse cargo de la afirmación según la cual la traducción encubierta es psicolingüísticamente simple: en el proceso de traducción se activa solo una red representacional pragmático-lingüística – la de L2 –. De momento, esta es una hipótesis que debe someterse a prueba empíricamente.

7.Conclusión

Los nuevos intentos de teorizar pueden ser un fructífero aporte a la nueva orientación lingüístico-cognitiva de los estudios de traducción, que surge de la crítica de la investigación intro y retrospectiva, con experimentos conductuales y técnicas de neuroimagen.

He propuesto que el primer paso para lograr un acercamiento válido y confiable a los procesos de traducción puede ser la búsqueda de una teoría neurolingüística del bilingüismo que sea capaz de aportar descripciones y explicaciones adecuadas, además de ser compatible con una teoría de la traducción y útil para la misma.

La combinación que se ofrece en este trabajo es tan solo un primer intento de acercar las ciencias cognitivas a los estudios de la traducción de orientación lingüístico-cognitiva. Otros ejemplos más contundentes podrán ofrecerse en el transcurso de las investigaciones. De hecho, es bien probable que algunas de las investigaciones posteriores acaben por falsificar las propuestas – más bien generales – que hemos esbozado en este artículo.

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