TraducciónDel aula al tribunal: guía para la interpretación en el sistema de justicia de los Estados Unidos [Elena M. De Jongh. From the Classroom to the Courtroom: A Guide to Interpreting in the U.S. Justice System]
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Comenzaré con una observación sencilla: este libro no es teórico. El título ya lo revela. Ahora, algo que tal vez no resulte tan evidente: tampoco trata sobre la transición de estudiante en una clase de traducción a intérprete en un tribunal. El título, entonces, es un tanto engañoso. El subtítulo, por otro lado, describe de manera acertada, a partir de una mezcla de temas y remas (véase Genette 1997Genette, Gérard 1997 Paratexts: Thresholds of Interpretation. Translated by Jane E. Lewin. New York City: Cambridge University Press. , 88), lo que los lectores tienen en sus manos: una guía para la interpretación en el sistema judicial de los Estados Unidos, la cual lleva –con simpleza– a los intérpretes a través de los pasos de un juicio, les explica la terminología especializada y resalta el papel de los intérpretes en cada etapa.
El libro es una continuación de An Introduction to Court Interpreting: Theory and Practice de De Jongh (1992)De Jongh, Elena M. 1992 An Introduction to Court Interpreting: Theory and Practice. Lanham, MD: University Press of America.. Han pasado veinte años y la edición de 2012 se presenta como una versión reducida y actualizada de la edición de 1992. Parece que todo lo incluido en la nueva edición ya estaba en la edición de 1992 de alguna u otra manera, salvo por el hecho de que la edición de 2012 toma un enfoque más esencial. Por ejemplo, una descripción del proceso de interpretación ocupa dos párrafos en la nueva edición (11–12) y siete páginas en la edición de 1992 (25–32). Ambos textos contienen ejercicios de práctica, pero la edición de 1992 presenta más material de este tipo, todo ubicado convenientemente en una sección. Aun así, lo que hace que la edición de 2012 sea útil es que algunos de los ejercicios están acompañados de archivos de audio en línea, cuestión sobre la que profundizaremos más adelante. Otra ventaja que presenta la nueva edición es que tanto su descripción del derecho como sus ejercicios y apéndices están más actualizados. En resumen, la versión de 2012 parece una reescritura de la edición de 1992, pero reducida a la información esencial y con ejercicios actualizados, más orientados a la tecnología. En esta era de actualizaciones de estados de una línea, tuits continuos y citas de quince segundos, un libro más corto y más dinámico tiene sentido cuando el objetivo atraer la atención de un público más amplio.
Antes de seguir avanzado, es preciso mencionar que este texto identifica tres posibles categorías de lectores: «futuros intérpretes de tribunales», «educadores» e «intérpretes con experiencia» (ix). Si bien la autora sostiene que el libro está destinado principalmente a futuros intérpretes, al haber experimentado las tres etapas, me parece que quienes más pueden beneficiarse del libro son los instructores. A los intérpretes con experiencia probablemente no les interesará tanto su lectura, excepto para obtener créditos de formación continua, ya que la información presentada es muy básica. Mientras que los aspirantes a intérpretes de tribunales podrían estar muy interesados en un libro como este, se les debería presentar mucha de la información que se encuentra en este libro como parte de su formación para la certificación, al menos para el nivel estatal. Los instructores, por su parte, no deberían pasar este libro por alto. Debido a la manera en que cada capítulo está estructurado, a los ejercicios de práctica esparcidos por todo el libro, a la riqueza de los recursos en los apéndices, al tono didáctico y a los gráficos esporádicos, este texto es un manual listo para utilizar.
Convendría ahora referirnos brevemente a los ejercicios. Un punto destacable es que, en su mayoría, son documentos o transcripciones judiciales reales. Sin embargo, el desafío que encuentra el lector es que la mayoría, por no decir la totalidad, de los ejercicios requieren al menos dos personas: el orador y el intérprete. Se han proporcionado las grabaciones de audio de once de los ejercicios, a las cuales se puede acceder desde la página web de la editorial, lo que resulta de suma utilidad; sin embargo, me pregunto por qué el resto de los ejercicios no cuenta con el audio correspondiente. La falta de audio implica que la persona que quiere hacer el ejercicio necesita grabarlos con anterioridad o recurrir a alguien más para poder practicar. Esta es otra de las razones por las cuales los profesores pueden considerar este texto más útil que los intérpretes individuales.
El libro toma un juicio penal como la base de su estructura. A través de él, guía al lector por el proceso judicial, pero se detiene de vez en cuando para señalar diferencias importantes entre el juicio civil y el juicio penal (por ejemplo, la preponderancia de la prueba en contraposición a la duda razonable). Tiene sentido que se centre en los procesos penales, ya que una gran cantidad de los intérpretes de tribunales en Estados Unidos pasa la mayor parte de su tiempo de interpretación en procesos penales, para los que el gobierno proporciona los intérpretes. El libro pasa por alto los tribunales administrativos, como los tribunales de inmigración. Esto también tiene sentido, ya que los tribunales administrativos en Estados Unidos no pertenecen al sistema judicial y, por tanto, están ubicados en diferentes organismos (por ejemplo, los tribunales de inmigración forman parte de la Oficina ejecutiva de revisión de casos de inmigración) y cuentan con normas y procedimientos propios que pueden diferir en gran medida de los de los tribunales judiciales. Si se desea profundizar en esta cuestión, la edición de 1992 brinda más detalles sobre los juicios civiles y dedica cinco páginas completas a los tribunales de inmigración. La nueva edición, por consiguiente, se centra en los tribunales penales federales. Esto puede parecer sorprendente, ya que la cantidad de tribunales estatales es mucho mayor que la de federales en los Estados Unidos, y, como consecuencia, la mayoría de los intérpretes judiciales encontrarán trabajo más fácilmente en el ámbito estatal. Para no ser injusto con la autora, es necesario admitir que sería imposible describir 51 sistemas judiciales diferentes (cincuenta poderes judiciales estatales y un poder judicial federal), y la mayor parte de la información además resultaría muy repetitiva. Otra elección práctica de la autora consistió en centrarse en el par inglés-español. La mayoría de los intérpretes en los tribunales de Estados Unidos trabajan con estas dos lenguas, de modo que esta opción parece segura. Para los intérpretes que trabajan con otros pares de lenguas, esta elección es desafortunada aunque probablemente no inesperada.
Respecto de la estructura, el libro está dividido en tres partes. La Parte I, que consta de una introducción y dos capítulos, presenta gran cantidad de información general. El Capítulo 1 (“La interpretación en tribunales y el debido proceso”) describe la legislación relevante y el derecho jurisprudencial que hacen que los intérpretes sean una parte esencial del debido proceso, al menos en procesos penales. Asimismo, destaca que las tendencias demográficas actuales muestran una necesidad cada vez mayor de intérpretes de tribunales en Estados Unidos. Luego continúa describiendo las tareas de los intérpretes y los desafíos (lingüísticos) que enfrentan (jerga jurídica, hablantes aculturados, gran variedad de campos técnicos, etc.), y concluye con la descripción de estudios y requisitos más generales de certificación para los intérpretes de tribunales.
El Capítulo 2 (“Perspectiva general de los tribunales”) ofrece una visión general del sistema jurídico de los Estados Unidos. Comienza, entonces, con la noción básica de que Estados Unidos está regulado por un sistema de Common law, a diferencia de los sistemas de derecho romano-germánico más difundidos. La autora señala los dos significados muy diferentes del término «civil law», pero no distingue entre el Common law y los sistemas del Common law. Cuando explica que “El Common law […] se refiere al derecho creado por los jueces más que al cuerpo fijo de un código o de leyes codificadas”, el lector se pregunta por qué la autora identifica a los Estados Unidos como un sistema del Common law cuando claramente la mayoría de las personas que han de presentarse ante un juez penal están acusados de violar normas codificadas. Tal vez la autora debería haber explicado que los sistemas de Common law tienen códigos extensos y que sus legisladores están muy ocupados creando más y más normas. El sistema de los Estados Unidos pertenece al Common law no porque tiene normas sin codificar, sino porque se originó en el Common law de Inglaterra y se desarrolló a partir de él. Sin embargo, esta información no figura en la explicación, lo que puede causarle confusión al lector. Aun así, el Capítulo 2 es donde se vuelve aparente la habilidad de la autora para dar explicaciones concisas y simples de temas complejos. Esto se puede observar a medida que avanza con la explicación del papel del poder judicial y la distinción entre el regimen federal y el estatal. El capítulo finaliza con el primer ejercicio del libro.
La Parte II, que consta de una introducción y tres capítulos, describe en orden cronológico los procesos judiciales reales dentro del tribunal. En mi formación como intérprete judicial, el orden real de los procesos no se consideraba importante, ya que normalmente se interpreta en partes aisladas de diferentes procesos. Sin embargo, un entendimiento claro del orden y de la estructura de los procesos puede ser beneficioso, particularmente para los intérpretes novatos. El Capítulo 3 (“Procesos previos al juicio”) comienza hilando la descripción del proceso judicial con una explicación de terminología jurídica clave. A medida que los términos van surgiendo, la autora explica el significado de manera sencilla y en orden de aparición (por ejemplo, “La comparecencia ante el juez es un paso inicial en un caso penal en donde se le leen los cargos al demandado y se le solicita que se declare culpable o no culpable…” [56]). Mientras se va describiendo el proceso, se presentan ejercicios de interpretación relevantes a lo largo de todo el capítulo.
El Capítulo 4 (“El juicio”) es el más extenso, lo cual es comprensible, dado que cubre las etapas fundamentales de un juicio, desde la selección del jurado hasta la lectura del veredicto. La autora continúa entrelazando su explicación de términos clave y los ejercicios con el proceso judicial, siempre resaltando el papel de los intérpretes y mencionando deberes éticos, cuando resulta pertinente. De Jongh se concentra en la interpretación del banquillo de los testigos y presenta una lista útil de lo que debe y no debe hacerse. También proporciona lineamientos y pautas para la toma de notas en el modo consecutivo.
El Capítulo 5 (“Condenas y procesos posteriores al juicio”) es muy reducido y brinda una idea general de los procesos condenatorios. La autora realiza breves observaciones generales sobre los recursos de apelación. Dado que los intérpretes no están involucrados en los recursos de apelación, esta información sirve para poner fin a la descripción del proceso, más que para ayudar a los intérpretes o educadores.
La Parte III contiene los siete apéndices del libro: (1) un glosario español-inglés de dieciséis páginas de términos jurídicos, (2) tres códigos de ética para intérpretes judiciales emitidos por diferentes organizaciones, (3) una colección bibliográfica de diferentes recursos, agrupados por tipo (diccionarios generales inglés-español, diccionarios jurídicos monolingües, trabajos sobre la interpretación judicial); (4) un listado internacional de organizaciones profesionales de traductores y/o intérpretes; (5) un listado de los ejercicios encontrados en los Capítulos 2–5; (6) el texto de la Ley de intérpretes judiciales; y (7) el texto del Decreto 13.166. Por último, cierran el texto una lista de referencias y un índice de dos páginas.
En resumen, si bien no es del todo perfecto, este libro es un recurso útil y accesible, particularmente para aquellos que desear formar intérpretes judiciales, ya que proporciona una buena perspectiva general de lo que los intérpretes pueden esperar en los tribunales federales. Asimismo, permite realizar prácticas con documentos y transcripciones reales. Su estilo es claro y conciso, y la estructura es ordenada y lógica, en general. Es exactamente lo que promete el subtítulo: una guía sobre la interpretación en el sistema judicial de Estados Unidos.